miércoles, 8 de septiembre de 2010

Y dónde está

(Yvonne Rojas Cáceres)


Primero busqué en aquello que parecía obvio, como encima del velador que tenía la mancha de café amargo que derramaste aquella noche, en la gabardina negra que ocultaba la escuálida estructura del colgador que destrozaste cuando bailabas el otro día, debajo de aquel cenicero al que chamuscaste sin querer con la colilla de cigarro que arrojaste la otra tarde y también a través de ese ropero que dejaste desnudo esa mañana que nevaba.

Luego busqué en lo que creí no muy evidente pero posible, como encaramada en la memoria del sereno destruido, inyectada en el recuerdo del verdugo de la capa oscurecida, encajada en la nostalgia del fogonero ardido de pasión y también revistiendo la desnudez de aquel trapero de mí conciencia remordida de obsesión.

Por fin, supe que no debía buscar más; pues ni el sereno cuidador de mi memoria, ni el verdugo maldito de mi corazón, ni el fogonero que reposa en el recuerdo más vago de tu cara y tampoco el trapero obsesionado de tu boca, me pueden dar indicio de dónde estabas y creo que es porque no te conozco todavía.

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