martes, 17 de abril de 2012

Absolución y cigarrillos

(G. Munckel Alfaro)


Nunca me consideré adicto, no señor; soy un fumador devoto. El cigarrillo siempre me pareció un asunto de culto. Y déjeme decirle que no soy el único. Al contrario, somos muchos y sabemos reconocernos: algo en la forma de agarrar el cigarrillo, en el cariño al apagarlo, en la perfección con que cuelga de los labios al caminar; en esas y otras prácticas sabemos reconocer a los nuestros, mis hermanos. Conocemos todos los matices del azul y del gris, dominamos el arte de la lectura en filigranas flotantes y estudiamos la sabiduría de la ceniza. Pero usted, señor, no sabe de estas cosas, puedo verlo en sus dedos carentes de amarillo. Es por eso que le niego mi cigarrillo.