(Roberto Fernández Terán)
Majestuosas y terrenas se levantan desafiantes
combadas figuras de hembra enardecida,
volcánicas y ávidas pasiones
buscan las aguas amantísimas
del mar embravecido.
Oceánico deslizarse sobre la superficie ondulada de la tierra
atenazándola, cubriéndola
con caricias sentidas de amante ejercitado,
sucumbiendo ella, desfalleciente, a sus requiebros.
Se miran insaciables
ansiosa ella, por beber más de él
ávido él, de adentrarse más en ella
mientras avanzan en nocturna bruma,
hasta encontrarse, los dos, en pleamar tensada.