martes, 14 de agosto de 2012

De canicas


(Yvonne Rojas Cáceres)

Ya no me recuerdas, yo que tantas veces te serví de larga vistas, para mirar más allá de la falda de la vecinita; yo que rodaba pretendiendo ser tu guía, por el sendero de la tierra al final del canal. Empujada por tu mano, giré y giré sin detenerme hasta entrada tu adolescencia, hasta el fondo de los hoyos que formabas con el barro de tu infancia. Ya no me recuerdas, cristalina y pura, dura brillante y lisa, perfecta compañía de tus sueños húmedos, haciendo las veces de boca y otras de tendón enfurecido en tus puños. El tesoro encendido de tus juegos, la inspiración de tus primero versos de guerra a la salida del colegio, el proyectil con que hundiste el orgullo de tu enemigo en el pupitre; y por el que la tierra y el adoquín te castigaron formando cicatrices en tus rodillas. Ya no me recuerdas más que como a una esfera, escondida al fondo de tu velador. Como escondiste las hazañas de tu infancia, del barro en tus pantalones, del primer amor entre los sauces del lote abandonado. Claro, ahora tus canicas son otras, pero aún permanecen al fondo de tus bolsillos.