lunes, 16 de enero de 2012

X

(Ariel Yañes)


Aquellos ojos en llamas, incendiando la eternidad;

La humedad de una cintura, escondida en el recuerdo.


La ventana entreabierta es prólogo a tus sábanas,

Celeste como el hastío y las mañanas.


El olor de la madrugada quedó instalado en tu alma de avenida.

Un caminante que busca un poco más,

Una brisa leve golpea tu cara.


El silencio se acomoda cual visitante en noche fría

A la sombra de tus sábanas, perece hasta la luna.