jueves, 11 de octubre de 2012

Recogedor de los Anónimos


(Yvonne Rojas Cáceres)


Te debes preguntar, qué cosa hago aquí,  ha de ser que le da miedo, debes decir, ¿por qué no trabaja aunque sea de “cuidautos” o vendiéndose caminando? Debes decir.

Pero a mí me gusta estar aquí. No se gana mucho como cuando haces otra cosa, pero es tranquilo y además quién sino va a recoger. Porque aquí en las mañanitas hay que barrer los pasadizos, para borrar las huellas de las almitas que se han salido pues a divertirse, ¿no ve que a nadie le gusta estar encerrado como libro? Y a veces me encuentro con ch’itis que solitos nomás andan. De repente parece que están vivos, pero luego nomás me doy cuenta que habían sido abandonados y están muertos. Les digo los anónimos, porque cuando se pierden,  no sé donde llevarles a que duerman de nuevo, sus tumbitas no tienen nombre ni apellido y se confunden, porque otros son tan wawitas que les preguntas ¿qué te llamas? Y, no sé no me recuerdo, te responden. Ahí nomás les llevo a donde encuentro lugar vacío pues. Por eso cuando vienen algunas señoras y les rezan, en Todos Santos y eso, me piden que les cante las oraciones como al ch’itisito nomás porque por ahí ya no es su hijito y otra almita perdida está ocupando su lugar.