(Yvonne Rojas Cáceres)
Te debes preguntar, qué cosa hago aquí, ha de ser que le da miedo, debes decir, ¿por
qué no trabaja aunque sea de “cuidautos” o vendiéndose caminando? Debes decir.
Pero a mí me gusta estar aquí. No se gana mucho como
cuando haces otra cosa, pero es tranquilo y además quién sino va a recoger.
Porque aquí en las mañanitas hay que barrer los pasadizos, para borrar las
huellas de las almitas que se han salido pues a divertirse, ¿no ve que a nadie
le gusta estar encerrado como libro? Y a veces me encuentro con ch’itis que
solitos nomás andan. De repente parece que están vivos, pero luego nomás me doy
cuenta que habían sido abandonados y están muertos. Les digo los anónimos,
porque cuando se pierden, no sé donde
llevarles a que duerman de nuevo, sus tumbitas no tienen nombre ni apellido y
se confunden, porque otros son tan wawitas que les preguntas ¿qué te llamas? Y,
no sé no me recuerdo, te responden. Ahí nomás les llevo a donde encuentro lugar
vacío pues. Por eso cuando vienen algunas señoras y les rezan, en Todos Santos
y eso, me piden que les cante las oraciones como al ch’itisito nomás porque por
ahí ya no es su hijito y otra almita perdida está ocupando su lugar.