jueves, 29 de septiembre de 2011

Los Otros son Espejos

(G. Munckel Alfaro)


Mientras inclinaba la cabeza hacia atrás, forzando sus ojos para tratar de encontrar el techo perdido en algún ángulo entre la altura y la oscuridad, sintió el peso de una mano apoyándose sobre su hombro. Al girar la cabeza para ver de quién se trataba, una fría ráfaga de viento ingresó por la puerta recién abierta. Le pareció reconocer al hombre que ingresaba en la casona, mirando hacia arriba, tratando de encontrar el techo perdido en algún ángulo entre la oscuridad y la altura. Sin hacer ruido, se apartó del camino del hombre que, con la cabeza inclinada hacia atrás, no se había percatado de su presencia. Ahora estaba seguro de reconocerlo y, ya sin sorpresa, apoyó una mano sobre su hombro.