(Yvonne
Rojas Cáceres)
Aquí, si no andas pileado,
no te bancas la vida, como que no te soportas pues. Balbuceó agitado, en tanto
que bajaba la cuesta estirando el talego hacia la orilla. Pensá nomás: Tienes
que torrar asustado porque te pueden manguear lo que te queda; tienes que
pedir, aunque te duela pues el orgullo. ¿No ve, eres alguien? uno es persona,
ha sido, ha nacido, come, piensa pues. Se persignó dos veces y arrojó el bulto
con dificultad hacia el pantano. A otros no les importa, eso más te tienes que
aguantar, te miran como bicho raro, te bajan a la categoría de un insecto. Me
hacen cagar de risa. Elevó la voz en tanto que sus pupilas cristalinas
apuntaban alrededor en busca de curiosos. Pero yo siempre he dicho, la gente
les tiene miedo a los bichos y está bien. Los insectos son lo que por regla
tienen que hacer el trabajo sucio. Se limpió el rastro de sangre que había
salpicado a su rostro y contempló por un momento cómo su mano se transformaba
en una larga pata peluda y verduzca. Sus
huesos se ablandaron hasta que pudo
elevarse hacia la salida del puente, volando donde está la luz. Mientras tanto
el cuerpo se hundía en la ciénaga negra del Rocha.