(G. Munckel Alfaro)
No me prives
de este aprendido placer
de ver cómo juegas a ser adulta.
Quédate cerca,
corre entre mis dedos
—nínfula esquiva—
hasta crecer azul
como el humo de tu estela.
Quédate cerca,
te prometo que prometeré cuidarte,
que jugaré con tu alma de muñeca,
que te guardaré el secreto de este juego.
Te prometo que prometeré abrazarte
luego de hacerle el amor a tus labios rotos,
luego de jugar contigo entre tus piernas;
pero quédate cerca.
Déjame llenarte,
inundar tu garganta
—pequeña nínfula—
hasta cargarte de mí;
pero quédate cerca.
Quiero verte terca en tu sabiduría
de niña que juega a ser adulta;
pero no me prives de tu brevedad.