miércoles, 9 de noviembre de 2011

Desenlace

(Yvonne Rojas Cáceres)


Miraba cómo las hojas secas caían tras sus pasos conducidos a un norte desconocido, desapareciéndolo poco a poco en la densa neblina del ocaso; y en su desesperación de verlo alejarse, le pareció que el viento danzaba susurrándole el pasado, que la lluvia cantaba las palabras que alguna vez le había dicho al oído, que el reflejo de las luces amarillas en las baldosas empapadas, dibujaba sus siluetas encontradas en la desnudez frente al espejo de la alcoba, que las nubes oscuras del cielo se habían marcado muchas veces en su rostro, que el agua de las zanjas se escurría en las alcantarillas, como su sangre en el agujero del lavabo, que las ramas de los arboles, sacudidas frenéticamente por la ventisca, se quebrarían cual sus frágiles huesos estrellados una y otra vez contra la pared; cuando de repente un relámpago iluminó todo el horizonte de la plaza, mostrándole que él ya no estaba más atravesando la cortina de agua que siempre los separó. Entonces, ella cerró la ventana para impedir que la brisa y el dolor penetraran y se despidió golpeando su cráneo contra el blanco azulejo, donde le dibujó una rosa carmesí muy parecida a la danza de hojas secas que el remolino de la despedida final, otorgó como ofrenda a este desenlace.