(Leslie Loayza)
He llegado a la ciudad de tu morada,
impulsada por el eco de un poema,
desgastado por el tiempo
y el sudor de unas manos temblorosas.
He dejado atrás una tierra desolada,
Buscando frío en una mirada,
ajena a mis suspiros y lamentos.
He pisado el asfalto gélido de tu ausencia,
esperando encontrarte en el recuerdo de otro.
He ascendido sin descanso a tu encuentro,
y condenada a esperarte siempre,
encontré el color en la vida sin rostro.
Entonces observé la mirada de su alma
desprotegida, desgarrada.
Y ahora no puedo dejar de amar y soñar,
el olor a tierra húmeda de su piel seca,
la melodía del viento entre su vida y la mía,
el vaivén de sus hojas secas y pálidas,
que son el eco de una voz muda
atesorada para siempre en un recuerdo lejano.