(Yvonne Rojas Cáceres)
Te dibujas árida
Resquebrajando el papel celeste que te cubre por entero
Me miras desde lejos y tan cerca
Desde tus ventanas con tu lamento eterno
Observo tus venas contraídas y extensas
Agrietándote en todas direcciones, y pienso
La luz de este sol que se enciende y muere
No te regala ni un sólo paisaje bello
Habitada por seres necesitados
Has cobijado alguna vez un héroe de tinta y papel
Impertinente y terco
Uno que te anduvo a detalle
Que te amó por tus colinas
Que te regaló algunos destellos
Hundida bajo una planicie
Te alzas en tus estructuras de cemento
Acariciada por la brisa y el viento
Gimes desde tus entrañas de ríos densos
Contagiada de una inusitada flama
Que se extiende en todos tus extremos
Escuchas a tu héroe, te ha llamado
Lo ha hecho cada vez que sus huesos
Han sentido el frio y el calor perfectos
De tus albas y crepúsculos extensos
Se ha parado a verte
En tu desnudez de ocaso
Y te ha descrito en versos.
Ahora su sangre te recorre incompleta
Sólo en fragmentos
Nadie más concibió lo que aquel latido transmutado en letra
Quiso regalarte una mañana, un invierno.
Duerme con su paz
Por tus recovecos inundados de ese encantamiento
Trágate su aliento
Reviviendo en el roce de su fantasma eterno
Para que te descubra yo, en tu sueño
En tu hermosura oculta cuando caiga la noche
Y comience a transitarte lento.