lunes, 16 de abril de 2012

De Familias, Familiares y Familiaridades

(Sarahi Cardona)


En casa somos una familia, pero una familia de verdad, unida y cariñosa, no lo digo por presumir, pero si con mucho orgullo. Considero tener la fortuna de pertenecer al más ensamblado grupo de personas, un clan. Compartimos mucho más que nadie y tenemos en común lazos irrompibles, yo que padezco de anemia, esquizofrenia y gastritis e insomnio crónico encuentro todo el apoyo y la comprensión para salir adelante, para llevar el paso de los días sintiendo que nunca habrá soledad, sino más bien hermandad. Yo les voy a presentar a mi familia.

Mi abuela, nuestra matriarca, nuestro ejemplo, el pilar de todo lo que hacemos. Ha sufrido cuatro infartos, debe ir a diálisis día por medio. La tenemos en casa pero conectada al oxigeno. No tiene ningún órgano vital que funcione a cabalidad, es sorda y así muchas más dolencias, pero lo que amo de ella, lo que la hace especial es el recuerdo de las fiestas que organizaba. Eran lo máximo, porque mi abuela a pesar de todo tiene un porte impositivo, destila autoridad, tanto que en esas fiestas repartía medicamentos cual si fueran dulces y nadie se atrevía a rechazarlos, sin importar el efecto que ocasionaban, simplemente lo tomaban. Ella es nuestro referente y el referente de todos los amigos y conocidos que vienen para pedirle consejos, les resulta más fiable consultar con ella que con un doctor.

Los hijos, mi madre que quedó viuda, porque con orgullo debo decir que a mi padre lo mató un cáncer fulminante, él se llevó la flor de las dolencias, la peor, la más extrema, eso hace que todos me quieran un poquito más. Bueno pero para presentar dignamente a mi madre debo decir que es ciega, tiene marcapaso desde hace años y reumatismo. Su hermano, el tío Ricardo es visco es trasplantado del hígado y el riñón, además ostenta ser el único miembro de la familia que ha sido sometido a una trepanación.

Cecilia y Oscar, los primos, ambos hijos de la tía Magdalena y el tío Ricardo, tienen problemas desde su concepción, pues la debilidad de sus padres, los hizo ser producto de múltiples tratamientos. Nacieron el mismo día con un año de diferencia, Oscar se llevó la mejor parte, nació sin una pierna y tiene que vivir con una prótesis, cojea por supuesto y para acabar tiene osteoporosis prematura, en fin es un poco aburrido pero lo queremos. Cecilia, mi prima favorita, mi confidente, diabética, bulímica y además posee fotofobia, o sea alergia al sol, la pobre no puede pasar ni cinco minutos en el patio de día.

Adriancito, el hijito de Cecilia y Carlitos, un angelito de apenas año y medio, ya estuvo hospitalizado tres veces, tiene tantos problemas y todavía ni balbucea, dicen que tiene la cadera deforme, por lo que vive enyesado sin hacer ningún movimiento. Es nuestro familiar, su llegada nos ha dado un nuevo aire, él es la prioridad para los medicamentos, para los cuidados, los mimos, las atenciones.

Los que no son familia de sangre pero se han ganado un espacio son la tía Magdalena esposa del tío Juan y Carlitos el marido de Cecilia, si, ojala se note que al referirme a ellos es con cariño, con aprecio, por que han logrado encajar perfectamente en la atonal melodía de quejidos nocturnos, porque son parte importante de la casa. Carlitos es dolirido de la espalda y migrañiento, cuando pretendía a la prima teníamos nuestras reservas, pero cómo se la pasaba agripado y estreñido nos cayó bien de una. Magdalena en cambio tardó en ser la “tía Magdalena”, sobre todo porque la abuela desconfiaba de ella, se la veía tan linda, tan lozana que ciertamente parecía una enajenada, los primeros días de casada empezó a quejarse de una dolencia general, por tanto la consideramos hipocondriaca, es decir un fraude, una burla a nuestro dolor, pero una vez que el médico nos informó que había que operarla de emergencia, empezamos a respetarla, ahora lleva siete cirugías en su haber, una hernia inguinal que no la deja ni caminar es una más de nosotros, se lo ha ganado.

Los días pasan felices, a unos se les sube la presión, mientras a otros se les baja. Dar oxigeno, medirnos la presión mutuamente, y el pan de cada día, la hora que esperamos ansiosos, para la que nos turnamos, para la que debatimos, la que nos congrega: la hora de ir a la farmacia, sí, porque el que va es portador de nuestra esperanza, tiene la mayor de las responsabilidades, no debe equivocarse en nombres y menos confundir los sobrecitos destinados a cada cual. Confieso que cuando me toca, paso por el vecindario tratando de que me vean, que toda la gente sepa lo especial que soy, porque no soy una persona sola, sino el resumen de toda mi familia.

Y por todo esto es que nosotros más allá del parentesco y la morada, somos una familia, en el anchuroso significado que se le pueda dar a la palabra. Hoy a las seis nos reuniremos todos a buscar el consabido vasito de agua para las tabletas varias y tendremos una tertulia, una ponencia de cada uno de los avances y retrocesos, de cada dolencia y cada afección, así entre nosotros, comprendiéndonos apoyándonos, queriéndonos.