(G. Munckel Alfaro)
Abrigado por la tibia penumbra,
Presto leve fuego a mi fría mano
Y se enciende mi rostro, cercano,
Cuando, de rojo, mi alma alumbra.
Azul, nace el humo en la sombra.
Dibuja solo, ágil artesano,
Y va perdiendo su arte temprano
En la brisa de distancias que nombra.
Flota solemne su cinta de seda,
Más ligera y libre que un pluma,
Pintando sutil, breve humareda.
Al final, entre la ficticia bruma
Y junto a la vida que aún queda,
Cae frágil la ceniza póstuma.