jueves, 15 de diciembre de 2011

Humus Homo

(Leslie Loayza)


Un campo minado de recuerdos te espera al otro lado, una mirada perdida en el paisaje sin fin que esconde la niebla te aguarda dormida, un secreto enmohecido en una esquina sospecha ser desterrado de su refugio y la entrada al momento adormecido y encerrado se halla inmortalizada a unos pasos frente a ti.

Una vez más se encuentra en el lugar de las evidencias enterradas y motivado por razones ajenas a un mundo de pasarela y tecnología camina con pasos alargados, sus piernas tiemblan sin saber si se debe al cansancio o al miedo, camina confundido y obligado, procurando olvidar recuerdos y avanza como hipnotizado por un umbral que recorrió más veces de las que se imagina. A lo lejos puede ver el dolor enmarcado y la satisfacción en cada grieta y surco, la carga se hace más pesada y el placer más palpable y agonizante.

La rutina que realiza cada cierto tiempo, inconscientemente, se hace evidente y confusa al momento de recorrer este camino alejado del mundo.Lo perturba y enloquece, quiere seguir, debe seguir, pero le pesa. Los sonidos no existen y las voces se hacen más fuertes. Camina dudoso pero sin parar, discute consigo mismo pero termina perdiendo y una que otra vez se enmudece y su mente queda en blanco.

En el asfalto nada le sonríe, los rostros son anónimos y vacíos, su mente le juega malas pasadas y lo atormenta cada noche, procurando que se levante agonizando y mojado, buscando que derrame sueños y robe tristezas. Nadie lo ve pasar, es ajeno a su mundo de piedras preciosas y contrabando, es translúcido y opaco. Él es sólo un peón suicida en el tablero, es la ficha roja y marcada, es una moneda.

Se detiene antes de entrar, para meditar lo que está por experimentar. Se siente cada vez más adormecido en cada paso que da, una vez adentro deja atrás aquel ser sereno y sumiso en medio de una sociedad egoísta y condenada. Su mirada cambia, su olfato se agudiza y su persona se endurece. Ahora puede oler la sangre fresca de aquel día, reconoce las huellas disimuladas por la humedad, los rastros de la última vez se hallan latentes promoviendo la recreación de lo sucedido, a cada momento percibe dejavus y en cada rincón y partícula de polvo todo le es familiar.

Deja caer el cuerpo inmóvil y una vez libre lo despoja de sus complejos y defectos, el resto lo deja intacto y una vez embalsamado termina en un hueco que poco a poco lo rellena con tierra húmeda y fría, lo malo termina en sus adentros por defecto. A veces destapa antiguos trabajos y los convierte en polvo que termina disperso en el aire, otras veces simplemente permanece en silencio mirando al vacío.

Una vez más recorre el agotador camino donde crecen los pesares, las dudas y el rencor. Se adentra en las calles nocturnas de droga y billetes para reciclar vidas desperdiciadas o robar sueños egoístas.