(G. Munckel Alfaro)
Ligeramente erguida sobre una montaña de escombros, contempló las ruinas de lo que antes fue una inmensa ciudad. Pensó en el fin de toda esa gente y su boca se torció en una mueca semejante a una sonrisa. Dio media vuelta, agitó un poco las antenas y se alejó moviendo rápidamente sus seis patas.