martes, 22 de febrero de 2011

Conditio sine qua non: Soñar

(Roberto Fernández Terán)


Caminó por la plataforma fría, pasando como una sombra, casi rozando locomotoras corroídas por lluvias impiadosas y muchísimos años acumulados. Bolivian Railway, más conocida como “La Cancha”, parada y fin do nada acaba y principia todo, dijo con aparapita voz. Vivía añadas ha, sitiado por trastos y basura; y un ostracismo administrado por la alcaldía y los funcionarios corruptos. Odiaba a los magistrados y policías, a los muros raídos y sin sol; todos buscando aprisionar su alma pura, soñadora, y sin ligadura alguna. Polizón y nómada obstinado buscaba un camino no tan tortuoso para apuntar su propio guión. Así, sin caudal alguno, trajinaba por caminos sin final, y vivía arrullado por su amigo sol y las risas tristonas; junto al alcohol barato, las damas sin honra y los cariños sin grillos.

Soñaba con casas cristalinas y sin vallas. Soñaba un mundo sin títulos y sin amos y con humanos trabajando por gusto; sin máscaras y con amistad probada. Un mundo sin ataduras forzosas y sin mandona autoridad.

Anoticiados los policías y burócratas por un soplón, buscaron atrapar al insubordinado soñador. Lo buscaron por todas las villas, comarcas y caminos, hasta hallarlo. Lo ataron y confinaron al calabozo más ófrico, lo torturaron para cambiar su ilusión. ¡Más no alcanzaron su propósito!

Aún con las sogas anudadas a su humanidad, gritaba: ¡Ningún malvado dura por los siglos! ¡No hay jaulas para aprisionar utopías soñadas por los nacidos con alas!