miércoles, 22 de junio de 2011

A Ella

(Adriana Velásquez)


Nadie tiene el aire tan fresco como el suyo, tiene ocho hombres rodeando su hermosura, unos cálidos y otros fríos, unos húmedos y otros secos. Tiene una perfecta fusión de todos ellos; rescata lo mejor de cada uno. Conserva la esencia de esta nación.

Sus pechos, suele nevar en ellos y mantienen frio el ambiente en tiempos de invierno; en otoño se convierten en fogatas que sus pequeños habitantes no logran controlar. Llegar a la cima de estos es un verdadero reto, y es recompensado con un abrazo cálido entre sus brazos y brisas frías como caricias de la muerte en horas de la tarde.

Su nariz, cauce de aguas que llegando a sus labios caen como cascadas de agua dulce contorneando el delicioso paisaje; cristalinas sus aguas brillan como unos ojos pidiendo compasión ante la sentencia.

Su vientre, extensa planicie, pampa fértil de cultivo donde cualquier semilla puede echar raíces, suelo dispuesto siempre a satisfacer apetitos ajenos. Jardines interminables son sus esperanzas, donde quiera que vea hay verdes pastos y coloridas flores que sobresalen entre el humo.

Al este como una conciencia, un monumento imponente que desde su altura observa y juzga al resto con los brazos abiertos y una ostentación única. Reconoce pecados ajenos, jamás ve los suyos.

Aquella mujer conserva las curvas nombradas por los personajes que dejaron su huella por ahí y espera sentada en un sillón de aquel burdel que algún hombre la posea.