martes, 19 de junio de 2012

Caradelunes


(G. Munckel Alfaro)

El sonido del despertador se instala en su cabeza bajo la forma de un par de orejas. Se incorpora sobre la cama y se frota el rostro con ambas manos, dibujando en el acto un par de ojeras. Se deja llevar por un bostezo que le va formando una boca llena de aliento matutino y, ya bostezado, se levanta de la cama para caminar ciego y dando tumbos hasta el cuarto de baño. Se lava bien la cara, removiendo un poco las ojeras y haciendo espacio para ese par de ojos que le son tan necesarios. Parpadea un poco y se dirige a la cocina a buscar esa taza de café cuyo aroma le perforará con delicia las fosas nasales y la nariz que tanta falta le hacían. Ya con el rostro del día bien dibujado, busca el sombrero que le proporcionará el cabello y el peinado de siempre. Sólo entonces sale a la ciudad, dispuesto a que la rutina le borre de a poco esa cara de lunes que tan mal le sienta.