(G. Munckel Alfaro)
Solitario en la cumbre
De este monte dorado,
Bajo un sol ya cansado
Labra los campos un hombre.
Leguas de tierra sin nombre
Alimentan su mirada
Que, del trabajo cansada,
Al paso de oro a cobre
Antes que el sueño obre
Se entrega deleitada.
El tiempo se adormece
Y ante el paisaje
Con su dorado ropaje
En suave brisa se mece.
Cuando un destello crece
Junto al fin de la tarde
Y se esconde, cobarde,
El rojo sol a lo lejos,
El hombre nota reflejos
Y el horizonte arde.