viernes, 14 de enero de 2011

Escena Nocturna

(G. Munckel Alfaro)


La boca ligeramente entreabierta, los párpados cubriendo tiernamente los ojos, la cabeza descansando sin peso sobre un brazo extendido sin esfuerzo, el pecho inflándose suave y rítmicamente, en paz.

Un leve murmuro brota de los labios, los ojos se mueven con sutil torpeza bajo los párpados, el cabello se enreda un poco al moverse la cabeza, los dedos se crispan por un instante, un suspiro dulce y quejumbroso nace en el pecho y escapa, inquieto.


Una brisa fresca besa los labios, indiferentes al ruido y las luces citadinas que flotan al otro lado de los párpados, la noche da vueltas sobre la cabeza, el frío se pierde bajo el calor del cuerpo y las horas crecen, pesadas.


De la boca brota un hilo de baba que cae lento y espeso, los párpados se arrugan con fuerza, la cabeza resbala lentamente hasta encontrar el suelo, el cuerpo se mueve apenas en la humedad sobre la que yace, hedionda.

Escapa el tufo de la inquieta boca, se abren los ojos con urgencia, la cabeza se levanta apenas y se apoya sobre un brazo tembloroso, el pecho y la garganta arden en húmedo esfuerzo, un nuevo brote de oloroso líquido decora la vereda, sobre ella cae nuevamente la cabeza, todavía ebria.