(G.
Munckel Alfaro)
Es verdad que todos los
árboles cantan, pero ya nadie recuerda cómo y son muy pocos los que todavía
escuchan sus canciones. Es verdad que el viento es fuerte y que rasga las
cuerdas de las ramas, haciendo música. Pero esta no es la canción de los
árboles. Su melodía nace en lo más profundo de la tierra, viaja a través de las
raíces y, finalmente, es soplada a través de todas las ramas. Los árboles son
las ocarinas de la tierra y, quienes escuchan su canción, escuchan también el
llamado de la tierra, que es la voz de todos nuestros muertos.