viernes, 11 de noviembre de 2011

Dominó

(Leslie Loayza)


No puedo negar la culpabilidad, sin embargo puedo justificarla. Después de una tarde ajetreada, decidí salir a tomar aire fresco y despejar mi mente en compañía de mis adorables camaradas. Me senté en las gradas de mi patio y saludé a la vecina, quien se encontraba regando las plantas de su patio. Muy pronto me percaté de la razón por la que mi gata y perro se hallaban tan distantes y tragué saliva esperando estar equivocado. Miré con detenimiento lo que ocurría y desafortunadamente estaba en lo cierto, acto seguido reaccioné gritando de espanto “¡Señora Kiki, por lo que más quiera, no mire atrás!”, (debí ser menos escandaloso). Al momento ella volteó y minutos después de contemplar la escena cayó desbaratada al suelo. Sólo fue cuestión de dar el toque para desencadenar la serie de eventos que se acontecieron inmediatamente cual efecto dominó. Muy pronto era el espectador de un patio bien regado, con una señora tendida en el suelo seca de espanto; un periquito acéfalo correteado por mi perro; un gato relamiéndose las patas a gusto con su parte designada; una muchacha que cae de nuca al resbalar por el agua que no deja de salir de la manguera; un niño que cae de la bicicleta procurando evitar pisar a mi perro desenfrenado; ¿Pude hacer algo al respecto?, quizás. ¿Gran parte de lo ocurrido fue culpa mía?, posiblemente.