(Ariel Yañes)
Cuando las golondrinas se pierden en el vuelo de las hojas de otoño,
El camino que lleva de la soledad al hastío
Es la luz que devora tu joven silueta.
No todo está perdido, sin embargo no alcanza
Y eres la distancia que crece en tu mirada.
Sabemos el destino y el recorrido, no la salida,
Pero creces menguando eternamente.
No se oyen más que gritos de seres perdidos.
Caminas entre y sobre mi alma de café soluble,
Zapatos gastados, personas colgadas en roperos
Y el viento te señala con un dedo de vela solitaria.
Sí, ya no camino, pero no me he detenido.
Déjate caer para perderte en la brisa.