(G. Munckel Alfaro)
Es la voz de la luna
la brisa que acaricia tu piel
al entrar por la ventana,
cubre tu desnuda silueta
recorriendo el sendero de tus curvas secretas
en escalofrío de luz nocturna.
Es la leve curva de tu vientre
entre tu ombligo y el final de tus senos
el fantasma de tu recuerdo
donde los labios de mis ojos
humedecen el claroscuro de tu piel
perdida entre el satén rojo de mis sábanas.
Es la brisa cicatriz
en nuestra piel común
del instante en que sólo tú eras real.
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